martes, 21 de septiembre de 2010

El don de lenguas


¿Se ha reanudado el don de lenguas en el siglo veinte? Los carismáticos tratan esa pregunta en una de dos maneras. Algunos dicen que el don nunca cesó, sólo declinó, y por eso los grupos que alegaban hablar en lenguas fueron los precursores de los movimientos pentecostal y carismático contemporáneos. Al asumir esa posición se ponen dentro de una tradición herética.

Por otra parte, muchos carismáticos conceden que las lenguas sí cesaron después de la era apostólica, pero creen que las manifestaciones contemporáneas de los dones son un derramamiento final del Espíritu y sus dones para los últimos días.

Un texto clave para pentecostales y carismáticos que toman este segundo criterio es Joel 2:28: “Sucederá después de esto que derramaré mi Espíritu sobre todo mortal. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán. Vuestros ancianos tendrán sueños; y vuestros jóvenes, visiones.”

Según Joel 2:19-32, antes del día final del Señor, el Espíritu de Dios será derramado en tal manera que habrá maravillas en el cielo, y sobre la tierra: sangre, fuego y columnas de humo. “El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día de Jehová, grande y temible” (v.31). Esa es obviamente una profecía del reino milenial venidero y no se refiere a nada más temprano. El contexto del pasaje de Joel hace de ésta, la única interpretación razonable.

Por ejemplo, Joel 2:20 se refiere a la derrota de “lo que viene del norte” que atacará a Israel en el apocalipsis del fin del tiempo. Joel 2:27 habla del gran avivamiento que traerá a Israel de regreso a Dios. Ese es otro rasgo de la Gran Tribulación que todavía no se ha cumplido. Joel 3 (v.12, 13, 14) describe el juicio de las naciones, un acontecimiento que viene después de armagedón y en conexión con el establecimiento del reino terrenal y milenial del Señor Jesucristo. Después en el capítulo 3, Joel hace una hermosa descripción del reino milenial (v.18). Claramente Joel 2 es una profecía del reino, que no se realizó completamente en Pentecostés (Hechos 2) o en ninguna otra ocasión desde entonces. Debe referirse a un tiempo que todavía está en el futuro.


Todavía hay, sin embargo, la pregunta de lo que Pedro quiso decir cuando citó Joel 2:28-32 sobre el día de pentecostés (Hechos 2:17-21). Algunos maestros de la Biblia dicen que Pedro estaba señalando a Pentecostés como un cumplimiento de Joel 2:28. Pero el día de Pentecostés no hubo maravillas en los cielos ni señales en la tierra; ni sangre ni fuego ni vapores de humo; el sol no se volvió tinieblas ni la luna en sangre y el gran día del Señor no llegó. La profecía no se realizó completamente; pentecostés fue solamente un cumplimiento parcial, o mejor aún, una vista previa de la culminación final. Lo que ellos estaban viendo en Jerusalén entre un puñado de gente era una señal de lo que el Espíritu de Dios algún día haría a un nivel mundial.

¿Cómo vamos entonces a explicar la experiencia carismática? Tomemos en cuenta las siguientes posibilidades:

1) Primero: las lenguas pueden ser satánicas o demoníacas. Recordemos que Satanás se especializa en falsificar la verdad (2 Corintios 11:13-15, 1 Timoteo 4:1, 1 Juan 4:1) y que él está detrás de toda religión falsa (1 Corintios 10:20). Por su puesto, no podemos aseverar que aquellos que en la actualidad hablan en lenguas, lo hacen por inspiración del diablo, porque sin duda hay otras razones, pero si debemos tomar en cuenta que el habla extática es común en las religiones falsas, sobre todo entre los que practican el ocultismo. De hecho hay tres cosas que atraen a la gente al ocultismo: adquirir conocimientos superiores, tener poder y don de sanidad. Asimismo, hay tres cosas que atraen gente al movimiento carismático: tener mayor conocimiento, tener poder y hacer sanidades.

2) Segundo: las lenguas son una conducta aprendida. Es muy probable que la mayor parte de la glossolalia contemporánea caiga en esta categoría, ya que es común que la mayoría de las personas hablen esencialmente de la misma manera, o que participen de cursos para aprender a hablar en lenguas. Por qué una persona tiene que aprender a recibir un don del Espíritu, es incomprensible. Sin embargo, el movimiento carismático está lleno de gente que gustosamente le enseñará a uno a hablar en lenguas, sobre todo, si tomamos en cuenta que para ellos, el hacerlo es una señal de madurez espiritual.

Sobre este punto Jack Matlick señala en su libro que Dennis Bennet, el padre del movimiento carismático, escribió un manual para enseñar a hablar en lenguas y que en el dice lo siguiente:

“Hablar en lenguas es la llave dorada que abre su espíritu, que permite al Espíritu Santo fluir y bautizar al resto de su ser. Hablar en lenguas es algo que usted hace como lo hace al hablar cualquier idioma. Si usted no abre su boca y empieza a hablar, nunca hablará en lenguas. Nunca hablaría un idioma si no estuviera dispuesto a hacer sonidos. Un niño pequeño que aprende a hablar no tiene palabras en su memoria, de modo que empieza a hacer sonidos que después tendrán sentido.

El Espíritu Santo está dispuesto a proveer las palabras para que los sonidos tomen la forma que él quiere y para que tengan el sentido que él quiere. Cuando usted decide hablar en lenguas, puede empezar haciendo un sonido, cualquier sonido que venga de los labios, una sola sílaba. Hablar en fe puede empezar a liberar su espíritu y cambiar su vida. Pero tiene que empezar a hablar. Cuando usted emite el primer sonido confiando que Dios le dará sentido, se convierte en la primera sílaba de su lengua. Usted ha empezado a hablar en el lenguaje que Dios tiene para usted. Sigue la próxima sílaba, y la siguiente, y empezarán las sílabas a fluir.

Al leer con detenimiento lo que dice ese autor carismático, vemos que las primeras sílabas que se deben de pronunciar no son para comprobar la espiritualidad, sino su nivel de inhibiciones. Es decir, es psicológico. Podemos enseñar a cualquier persona a balbucear y se sentirá bien, porque es un alivio; pero no es el don de lenguas de la Palabra de Dios.

3) Tercero: las lenguas pueden ser inducidas psicológicamente. La mayoría de la gente, en un tiempo o en otro, experimenta momentos cuando se siente un poco disociada, un poco confusa, un poco lánguida. Dadas las condiciones adecuadas, particularmente cuando hay mucho fervor emocional, una persona puede deslizarse fácilmente en un estado en el que ya no tiene control consciente. En un estado así, la glossolalia puede ser el resultado. La condición en la que la gente siente la euforia de la experiencia de las lenguas parece estar íntimamente relacionada con el estado hipnótico.

Es común el que los aspirantes a hablar en lenguas son a menudo instruidos explícitamente para entrar en la “renuncia pasiva del control voluntario”. Se les pide liberarse a sí mismos, entregar el control de su voz. Se les instruye para decir unas cuantas sílabas, sólo para dejarlas fluir. No deben pensar en lo que están diciendo, por ejemplo, Dick Iverson opina que:

“El alma y el cuerpo por sí mismos no están equipados con las facultades necesarias para la expresión completa del espíritu del hombre. El espíritu renacido se comunica con el Señor a través de una lengua o lenguaje renacido. El lenguaje que conoce nuestra alma y el pensamiento de nuestro entendimiento le ponen grandes restricciones a la libre expresión de nuestro espíritu. Nuestro espíritu, habitado por el Espíritu Santo, trasciende al alma y necesita de otros medios de expresión, aparte de aquellos que el alma provee. Por esto, es de gran valor no limitar las oraciones y la adoración a aquello que la mente comprende…” notemos cómo concluye el autor este párrafo “…Es una ventaja, no una desventaja, el no saber lo que uno está diciendo. Esto pasa por alto la limitada capacidad mental y lanza a la persona al reino ilimitado del Espíritu Santo”

CONCLUSIÓN

A pesar de que cada una de las posibilidades que se han mencionado son totalmente aplicables, lamentablemente mucha gente sigue procurando con fervor el hablar en lenguas, debido a que en su entorno han aprendido que quien lo hace “tiene una experiencia espiritual” profunda y nadie desea quedarse atrás.


1) MacArthur, John F. Los Carismáticos, una perspectiva doctrinal. Título del original: Charismatic Chaos. Traductor: Casa Bautista de Publicaciones. Editorial Casa Bautista de Publicaciones. 2da. ed. El Paso TX, 1995. 320 págs.
2) Matlick, Jack. Entendiendo el Movimiento Carismático, un análisis crítico a la luz de la Biblia. Ediciones las Américas, A.C. 1ra. ed. México, 1992. 115 págs.
3) Ministerio Palabra de Vida. Confusión Carismática. México [s.f.]. 25 págs.
4) W.E., Vine. Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento. Traducción y adaptación: S. Escuain. Editorial Clie. Barcelona, 1984. Volumen 1 (475págs.), 2 (401 págs.), 3 (413 págs) y 4 (539 págs.).



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