martes, 22 de junio de 2010

1. La salvación y la seguridad de vida eterna

Pasaje central

De cierto, de cierto os digo. El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida (Juan 5:24).

1) Qué es la salvación

Es el perdón absoluto de todos nuestros pecados de parte de Dios. Es tener en vida la seguridad de que al morir, iremos a morar al cielo con Él (Filipenses 1:20-21). Es ser librado de la condenación eterna en el infierno.

2) Por qué necesitamos ser salvos

La Biblia dice que Dios creó al hombre y lo puso en el huerto del Edén con el propósito de que viviera siempre en comunión con Él; pero, le dio también la libertad de decidir entre vivir siempre en obediencia a sus mandatos o en rebelión hacia ellos, en este último caso, habría una consecuencia (Génesis 2:16-17); lamentablemente, el hombre desobedeció a Dios (comió del fruto del árbol del bien y del mal), entonces, primeramente murió espiritualmente, es decir, al desobedecer, se rompió su comunión íntima con su creador, y con el paso del tiempo también murió físicamente (Génesis 5:5), todo lo cual no era deseo de Dios que ocurriera; sin embargo, el hombre tuvo que pagar la consecuencia de su pecado (desobediencia).

En virtud de lo anterior, a partir de Adán, todos los hombres hemos nacido con la misma naturaleza pecaminosa, por eso dice la Biblia que todos somos pecadores (Romanos 5:12; Eclesiastés 7:20; Romanos 3:10-12), por lo tanto, aunque físicamente estamos vivos, espiritualmente estamos muertos delante de Dios (Efesios 2:1, 5) y condenados a permanecer así por la eternidad.

Necesitamos ser salvos, porque somos pecadores y estamos separados de Dios (Romanos 3:23), su voluntad es que todos los hombres seamos salvos de la condenación eterna (1 Timoteo 2:4), que tengamos vida y que estemos para siempre con Él (Juan 10:10; Romanos 6:23).

3) Cómo podemos ser salvos

El hombre no puede hacer nada por sí mismo para salvarse porque es pecador, ninguna obra humana, por buena que esta sea, lo puede librar de su condición (Efesios 2:8; Tito 3:5); sin Cristo, está perdido. La Biblia nos tiene buenas noticias; Dios ama al hombre, por eso, envió a su Hijo Jesucristo a este mundo y lo entregó como el sacrificio único y perfecto por nuestros pecados (1 Juan 4:9).

“…Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna…”
(Juan 3:16)


Para ser salvos, debe haber en nosotros: arrepentimiento y fe.

La Biblia nos hace un profundo llamado al arrepentimiento: Mateo 3:1-2, 4:17, Marcos 6:12, Hechos 26:20, 2 Pedro 3:9. Arrepentirse no es un remordimiento pasajero, es reconocer que somos pecadores y el deseo profundo y sincero de tener un cambio absoluto de vida, y de dejar de hacer todo aquello que a Dios no le agrada. Tener fe, es creer que al confesar de todo corazón nuestros pecados a Dios, Él puede perdonarnos absoluta y completamente (Romanos 3:24-26; 5:1; 10:9-10).

La salvación no es una “experiencia” religiosa o un sentimiento, es una decisión; es la decisión de abandonar el pecado y la decisión de orar y pedirle a Dios el regalo de la vida eterna, en virtud de que nos hemos arrepentido de nuestros pecados y de que hemos tenido fe en Él, por medio de Jesucristo (Hechos 17:30 “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”).

Tomar la decisión de arrepentirnos, es darnos cuenta que ninguna religión, hombre, ídolo o filosofía nos ofrece la salvación de nuestra alma y el perdón de nuestros pecados, pues sólo Cristo tiene este poder (Hechos 4:12 “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”).

Sólo necesitamos ser salvos una vez, pues cuando Dios ha perdonado todos nuestros pecados somos hechos hijos de Dios (Juan 1:12), tenemos la esperanza de vida eterna, la cual no perderemos jamás (1 Juan 5:11-13), al morir, nuestro cuerpo irá a la tumba; pero nuestro espíritu morará con Él en el cielo (Filipenses 1:21; 2 Corintios 5:1; Hebreos 10:34). Cristo ha venido a morar para siempre en nuestro corazón por medio de su Espíritu Santo (1 Juan 3:24; 1 Corintios 6:19-20; 1 Tesalonicenses 4:8).

Ser salvo no significa que nunca volveremos a pecar, o que ahora que tenemos la seguridad de vida eterna somos libres de pecar y hacer cualquier cosa; como veremos en otra clase posterior, ser salvo nos da la responsabilidad de vivir una vida agradable a Dios. La salvación es como un nuevo nacimiento, porque al recibir a Cristo en nuestro corazón, volvemos a nacer espiritualmente delante de Dios. Dios ha hecho su parte, haz la tuya ahora y recibe el regalo de la vida eterna; si ya lo has hecho; entonces ora a Él para que aumente tu fe, te ayude a crecer en conocimiento y obediencia de lo que manda en su palabra (La Biblia).

El cristiano puede siempre estar seguro de su salvación, pues ésta es eterna y ahora, nada podrá separarle del amor de Dios (Romanos 8:35-39; Hebreos 5:9; 7:25; 9:15).

¿Quieres recibir a Cristo?

Inclina tu rostro, cierra tus ojos, ora a Dios y dile con tus propias palabras:

1.Que reconoces que naciste en pecado y que has pecado
2. Que te arrepientes de ser pecador
3.Que te perdone por todos el pecado quehay en tuvida
4. Que tienes fe en que Jesucristo murió y resucitó por tí
5. Que invitas a Cristo a vivir en tu corazón

Termina diciendo: "en el nombre de Cristo, amén"

¿Lo has hecho de corazón?

Entonces ahora has recibido el regalo de la vida eterna

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