martes, 22 de junio de 2010

7_Venciendo la tentación

Pasaje central

"Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados (Hebreos 2:18)"

¿Qué tal, hermano? en medio de las circunstancias que te rodean, ¿has vivido como un auténtico cristiano? recuerda que para esto vive Cristo en ti. Él desea transformar tu carácter y tu conducta a la semejanza suya. Y lo hará en la medida en que tú se lo permitas.

Si diariamente renuncias a toda confianza en ti mismo para depender únicamente del Señor, y si te abstienes de tomar decisiones independientes para aceptar y obedecer la voluntad de Él, entonces la gloriosa vida de Cristo se manifestará en ti (Gálatas 2:20).

Es posible, no obstante, que se te haya dificultado poner en práctica lo que aprendiste. La razón es que tienes un enemigo que te quiere estorbar. Este enemigo es el diablo. Su propósito es hacerte pecar, y su arma es la tentación. Pero Dios está contigo, y en su Palabra te muestra la manera de vencer. De estas cosas estudiaremos hoy.

En 1 Pedro 5:8 leemos estas palabras: “Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”. El diablo está enojado porque te ha perdido. Antes de tu conversión a Cristo, el diablo te tenía cautivo en sus lazos y hacías su voluntad (2 Timoteo 2:26). Pero ya no es así, según Colosenses 1:13, Dios te ha librado de la potestad de las tinieblas y te ha trasladado al reino de su amado Hijo. En otras palabras, tú has cambiado de ciudadanía. Antes pertenecías al reino de las tinieblas, y el diablo ejercía autoridad sobre ti. Pero ahora eres ciudadano del reino de Cristo, y el diablo ya no tiene ningún derecho en tu vida. Por esto está enojado contigo.

El diablo está enojado también por el hecho de que ahora Dios se propone usarte como testigo de su poder libertador. Si diariamente tú permites que Cristo viva su vida en ti, entonces vas a ser un instrumento efectivo en las manos de Dios para que otras personas más se salven.

Para evitar que tal cosa suceda, el diablo te ataca, su propósito es hacerte pecar. El sabe que cualquier pecado rompe tu íntima comunión con Dios (Isaías 59:2, Salmos 66:18). Sabe también que cuando te apartas del Señor, no puedes llevar fruto para Él, como enseña Juan 15:5. Entonces, para debilitar tu testimonio cristiano, el diablo procura hacerte pecar. El arma que emplea para ello es la tentación.

Ahora bien, respecto a esta arma del diablo hay tres cosas alentadoras que decir:

a) En primer lugar, no es pecado ser tentado: Como enseña Hebreos 4:15, el mismo Señor Jesús “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero “SIN PECADO”. El pecado no consiste en ser tentado, sino en ceder a la tentación.

b) En segundo lugar, Dios puede tornar la tentación del diablo en un medio de bendición. Santiago 1:12 dice “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida...” Esto quiere decir que cuando la tentación es vencida, el creyente victorioso queda fortalecido para luchar mejor contra tentaciones futuras. Es coronado con la bendición de una vida espiritual más vigorosa.

c) La tercera cosa alentadora es que Dios ofrece ayudarte a vencer (1 Corintios 10:12-14) : En este pasaje que acabas de leer, los versículos 12 y 14 son mandamientos, y el versículo trece contiene dos promesas. Las promesas están encerradas entre los mandamientos. Esto indica que están estrechamente relacionados entre sí. Dios cumplirá fielmente las dos promesas cuando tú seas igualmente fiel en obedecer los dos mandamientos.

El primer mandamiento es que no confíes para nada en ti mismo “El que piensa estar firme, mire que no caiga”. Como dice Proverbios 16:18 “antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu". Eso fue lo que le pasó a Pedro. Confiadamente le dijo a Jesús : “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré;...aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré” (Mateo 26:33-35). Pero el resultado final no fue como Pedro lo había prometido. Por tanto, lo primero que tienes que hacer para vencer la tentación es desconfiar de ti mismo para depender totalmente del Señor.

El segundo mandamiento es: “Huid de la idolatría”. Un ídolo no es solamente alguna imagen o figura. Cualquier cosa que te aparte de una lealtad suprema a Dios es un ídolo para ti. Así es que cuando sabes que alguna cosa te provoca la tentación de pecar, debes huir de ella.

Muy bien. Si has obedecido estos dos mandatos, entonces puedes confiar plenamente en que Dios te cumplirá sus dos promesas. En primer lugar, pondrá freno a tu enemigo. No permitirá que te ponga delante ninguna tentación que tú no puedas vencer. Y en segundo lugar, juntamente con la tentación permitida, te dará una salida para que no caigas en la trampa.

Tu victoria está en Cristo (Hebreos 2:18). Así pues, mientras más cerca vivas del Señor, más seguro estarás.

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